Perro

 

Cuando el dolor es excesivo

Como en estos días,

Suelo contemplar a mi perro,

Tan contenido, tan dominado.

 

Recorre al trayecto del sendero

Hasta donde se lo permite mi voz y,

Aunque lance con anhelo hacia delante su hocico,

Pronto vuelve atrás y queda junto a mí,

Que no soy de  lo mejor.

 

Así es el alma serena, apacible, casi indiferente.

Sólo yo, perro de mí, me  muestro inquieto y con deseo,

Sin saber porqué; y unas ganas inmensas de

Lanzarme

En cualquier dirección a correr.

 

Héctor Hernán Gallego Rodríguez- LA BELLEZA QUE A TODOS NOS ABORRECE, Julio de 2011